Ultimamente una de las cosas que más disfruto, es pasear por las páginas web de buenos fotógrafos de naturaleza y detenerme en algunas fotos, imaginando la temperatura, la luz del sol, posible sonido ambiente, el viento, etc. Visitando la página del venezolano Henry González, encontré una grata sorpresa. La foto de un macho del Escarabajo elefante (Megasoma elephas) alimentándose de bambú. Esta escena la presencie en reiteradas ocasiones, pero nunca tuve la oportunidad de fotografiarla. En determinada época del año que no puedo precisar, los veia en Rancho Grande (1970 msnm), en la vía PGP La Julia al Pico Naiguatá. En el claro donde solían acampar, vertiente Caracas había una gran cantidad de bambúes y era allí que se reunían varios machos de escarabajo elefante a disfrutar los brotes tiernos. En varias oportunidades aunque estaba entrenando, esforzándome en hacer buen tiempo al Pico Naiguatá o al Pico Goering, me quedaba extasiado durante un buen rato, contemplando el espectáculo.
Ver la foto de Henry, disparó una conexión que me transportó a mi infancia en Insua-A Coruña. Era costumbre que con la llegada del verano y los cerezos con frutos, los niños nos dedicáramos a cazar escarabajos Ciervo volador (Lucanus cervus), en gallego los llamábamos «escornabois», en otros lugares de Galicia les dicen «vacaloura» y «vacaloira». Hay que agarrarlos como los cangrejos, por la parte de atrás de las pinzas, es normal que ellos muevan sus patas, tratando de liberarse de la mano del cazador. Los teníamos en cajas de zapatos, las hembras se podían tener juntas pero los machos no, ya que se peleaban. Esa era la diversión, poner cerca de dos machos una hembra nos garantizaba una «lucha de titanes». En la naturaleza esas grandes pinzas al macho solo le sirven para pelear, la fruta sean manzanas o cerezas son empezadas por las hembras y después los machos aprovechan para alimentarse. Esa temporada era corta para los escarabajos, por eso el cautiverio a veces duraba solamente uno o dos días. Eso garantizaba su apareamiento y posterior supervivencia. Fotos de José Luis Rodriguez (un agradable descubrimiento).
Las conexiones continuaron y recordé la última vez que pude disfrutar una de las cosas que apreciaba muchísimo: viajar con la familia y conocer, caminar, contemplar gente, culturas, … Fue en el 2009 en Madrid, ya tenía un pre-diagnostico de «sindrome tipo ELA», pero todavia no había suficientes evidencias para un diagnóstico definitivo. Ya la energia no era la misma, sin embargo les aguante el ritmo a mis tres mujeres. Uno de esos dias «programados» incluyó entre los objetivos visitas a Museo del Prado, Parque del Retiro, Plaza de Las Cibeles y el Oso y el Madroño en su ubicación transitoria de la Calle El Carmen. Y fue en el portón del #14 en donde al fin descanse, viendo a la gente, unos de turistas, otros en su dia a dia. Mis mujeres estaban en una tienda cercana y como siempre Agata aguantó hasta donde pudo y al fin salió, «ya están pagando» me dijo. Al verme no resistió, me pidió la cámara y sacó una primera foto. Andrea apareciendo de la nada, aprovechó el encuadre y se incluyó en la siguiente toma. Tal vez no es la mejor foto del viaje, pero me quedo con esa imagen del cartel de Melendi, mi hija caminando feliz y yo sentado en el portal del #14 de la calle El Carmen de Madrid, contemplando el ir y venir de la gente.
A mí me pasa mucho con los olores, que me transportan a personas, lugares o momentos. Linda entrada, qué finos los escarabajos.
Me encantó tu relato y las fotos, pero si yo me hubiera conseguido con uno de esos escarabajos grito de la emoción, me encantan. Aunque por un momento imaginé sentarme cerca de uno y no darme cuenta, para luego sentir su «saludo», jajajajaja.
Un abrazo.
Eso que comentas en tu post, es para mi una de las cosas mas valiosas de mi vida, lastima que yo no controlo aun el disparo de esa camara virtual sino que cuando se juntan ciertos elementos se hace «click» automaticamente y ese momento queda grabado. Lo bueno es que sirve de motivación para seguir visitando nuevos lugares y vivencias detrás de un «click»
Preciosas las fotos…Parecen imágenes reales. Me encantó leer todo ese relato sobre los «escarnabois», yo también los veía cuando iba a casa de mis abuelos maternos aunque, no se me ocurría capturarlos. Las cajas vacías de los zapatos las dejaba para guardar los grillos o ver desarrollarse a los gusanos de seda. ¡Qué recuerdos!
Como también recuerdo vuestro viaje a España…Esa foto es muy bonita, tú con la camiseta de la Selección española y Andrea caminando feliz.
Como decimos siempre: Recordar es vivir dos veces…¡Gracias por este magnífico post y un fuerte abrazo!
Amigo, es que la magia de las fotos es que son rebanadas muy delgadas de tiempo, de sensaciones, de sentimientos; rebanadas que tienen el insospechado poder de atesorar más allá de lo que nuestra mente permite… o puede. Y es que desatan en una persona la conexión que se tiene con el universo exterior e interior, a veces sencillamente la descubre, para sorpresa de uno mismo. Lo paradójico es que muchas veces la foto es tomada con cualquier otra intención, muy diferente a la de disparar nuestras conexiones. He allí una de las magias de la fotografía.
Comparto contigo entonces una de mis conexiones disparadas por una de esas fotografías disparadas hace unos cuantos años: hoy en día veo la foto del grupo de niños que llevaste en un cumpleaños a las Cuevas del Indio, veo el orgullo que les produjo saberse guiados por Ecochallenger, veo la alegría de los recién estrenados exploradores, embarrados de pies a cabeza. Veo como disfrutaron esa fiesta de cumpleaños, en nada parecida a las visitas a MacDonalds ni a las canchas de Paintball que tato estaban de moda en esa época. Veo también a los hombres que son hoy, aunque uno de ellos nos fue arrebatado en una absurda maniobra de una avioneta, hombres con todo un futuro por delante, dispersos en varias partes del mundo, como flechas volando hacia un futuro «que nosotros ni en sueños conocemos». Y veo y acaricio el orgullo de que hallamos podido compartir esos momentos juntos, de los que te agradezco tanto hoy en día.
Te invito a que me hagas el honor de pasearte por nuestro site: http://www.edicionesgrupotei.com.
Un gran abrazo.
De los «bichos» o insectos, los escarabajos son los que menos grima me dan, tal vez por sus colores brillantes que parecen hechos de algún material industrial, a veces hay algunos hasta tornasolados…. Pero lo que mas me gustó del post, fue evocar esos días que pasamos en Madrid la primera vez que pudimos viajar todos juntos a Europa y tla vez no sea la mejor foto, pero esa donde apareces bajo el nro. 14 con Andrea caminando al descuido, para mi es «memorable» modestia aparte, jajaja….. me encantó la conexión.