De nuestro próximo y último destino Gran Turk, no sabíamos absolutamente nada, alguien de nuestros amigos comentó «ah si, si del Turks and Caicos Islands, muy bonito… hermoso». No nos preocupamos en lo más mínimo y fue el destino que superó nuestras expectativas. Apenas llegar a puerto, nos embargó la certeza de que estábamos en el lugar correcto. La cercanía del barco a la costa, nos regalaba el plus de poder disfrutar del ambiente de playa, antes de bajar a tierra. Los diversos tonos del azul del agua, en contraste con la arena blanca, las diversas instalaciones y gente en actividad, las contemplábamos como si formaran parte de una maqueta.

La salida del barco (Carnival Breeze) fue bastante rápida, simplemente pasaban las tarjetas (asignadas a cada pasajero al embarcar el primer día) por el lector y chequeaban si la foto correspondía al portador(a). No hubo ningún tipo de aduana y transitamos cómodamente por unas instalaciones, prácticamente nuevas o muy mantenidas. No podía faltar el grupo de tiendas, que se repiten en casi todas las islas del Caribe. Cada tienda ocupaba una casa o edificación, rodeadas por plantas y jardines jóvenes, crean un atractivo ambiente de centro comercial al aire libre. Con sus calles y plazas en algún momento podría parecer un pueblo. Eramos el único barco del día y aunque había mucha gente era solo por momentos y en lugares específicos, la sensación era como ver un cardumen o una colmena en actividad. Curioseamos buscando que ver, exploramos un lado de la playa y constatamos que había acceso mediante caminerías de madera a lo largo de toda la playa. Podía llegar a la primera linea de playa en mi silla eléctrica, realmente un lugar pensado y diseñado para el disfrute de todos.

Las Islas Turcas y Caicos fueron protagonistas de la historia espacial, cuando amarizó en sus aguas la cápsula de la nave Frienship 7 del Programa Mercury (1962). Pilotada por el astronauta John Glenn, convirtiéndose en el primer estadounidense en orbitar la Tierra, en un vuelo de cinco horas le dio tres vueltas al planeta. Allí hay un recordatorio de ese evento que fue crucial en la historia espacial de la NASA. Nosotros observamos, aprendimos y payaseamos, fotos con la cápsula, el avatar del valiente Jhon Glenn, nos recordarán que el hombre es capaz de alcanzar el objetivo que se proponga. Puede conquistar el espacio, sin embargo hay enfermedades que aquejan a la humanidad y todavía no se conoce la cura, entre ellas la Esclerosis Lateral Amiotrófica ELA-ALS o MND.

Esta vez preferimos descansar a la sombra cerca de la piscina, buscamos un lugar con poco bullicio y nos instalamos. Desde allí veía el simulador de olas, como la gente reía y disfrutaba intentando cabalgar la esquiva ola. Cuando alguno lograba el objetivo se contagiaban los aplausos y exclamaciones de elogio. Las fallas pasaban de silencio por la intrascendente o nula maniobra, a risas y exclamaciones de todo tipo por ser aparatosa o accidentada. Con ese espectáculo garantizado Agata me dejo solito y dio un largo paseo por la playa que  antes vimos desde el barco. Regresó encantada por su experiencia, caminó por la arena blanca y donde le provocó se dio un buen chapuzón, recargándose de energía contagiante, sanadora. Con esa misma energía, fue con la que me prometió hace unos meses, después de su primera quimioterapia «tú y yo nos vamos a ir solitos a una semanita de crucero” y cumplió… .