No quería dar por concluida la narración de nuestra vivencia de viajar de crucero con handicap, sin tocar o mencionar algunos detalles. Nosotros disfrutamos (creemos) de casi todas las actividades del crucero, para ello Agata leía diariamente los eventos, lugar y hora. En base a esto programábamos las actividades, más que todo en la noche. La presentación de cantantes o grupos musicales en vivo, nos hizo correr mas de una vez. Así disfrutamos de gratos momentos, algunos no estaban en el guión y los artistas fueron los mismos invitados (guests). Por ejemplo una pareja que brillaba en la pista bailando al son latino que le pusieran y si era salsa vieja se lucían aún mas o una espontánea entrando a la disco (llena de mujeres afroamericanas), su cuerpo recibiendo un juego de luces y moviéndose al provocador y exigente ritmo de Single Ladies de Beyonce. Su pareja la seguía escoltándola como guarda espaldas-representante, parecía contener la risa disfrutando el estelar y singular momento. Las féminas boquiabiertas y paralizadas no salían de su asombro, las tomó por sorpresa. La escena fue corta, la pareja salió caminando rápido y sin mirar atrás, «cantata y fuga», risas y mas risas… se imprime.
Las piscinas del barco nunca las usé, la gran cantidad de personas y su acceso me convencían de evitarlas. El acceso a los jacuzzis era más cómodo, sin embargo sus cinco o seis escalones previos ameritaron varios descansos. Seis personas estaban cómodas, la caliente temperatura del agua rayaba en lo soportable si el día era caluroso. Cosa que no ayuda en nada y mas bien deben evitar las personas con handicap. Si viajan desde cualquier puerto de Estados Unidos, pueden fácilmente alquilar sillas eléctricas. En el crucero si alguien requiere ayuda o atención especial debe solicitarla con media hora de antelación.
Un crucero incita al consumo en un canal de TV-compras las 24 horas del día. Si Ud. es consumista o comprador(a) compulsivo(a) vaya con sumo cuidado. El día del retorno a puerto las tiendas rebajan considerablemente sus productos, la gente se vuelve como loca, poseída. Los diversos relojes imitación de marcas de 20$ hasta 40$ son expuestos y vendidos en el pasillo frente a la tienda.
Los variados restaurantes vale la pena conocerlos, para ello hay que reservar. Nosotros quisimos disfrutar «La Cucina del Capitano», de ambiente y comida italiana, con trato agradable y cercano de todos los jóvenes del servicio. Uno de los varones entono una balada en ítalo-americano, casi en italiano con subtítulos. Pedimos una ensalada, sopa de cebolla y unos raviolis al capitano (los puedo comer cómodamente con cuchara). Las raciones no son abundantes sino… lo siguiente. La ensalada era como para cuatro personas, el plato de raviolis para dos personas. Nosotros que comemos porciones normales y hasta pequeñas, no caímos en ese juego, si nos sentimos satisfechos parábamos. ¿Desean postre? paso. Disfrutamos un poco mas de la sobremesa, del lugar, el calorcito latino, la nostalgia.
Los paquetes turísticos que ofrecen en el barco, se deben estudiar al detalle. Valorar lo que ofrecen vs. costo, tiempo de disfrute, etc. Nosotros no nos arriesgamos a tomar ninguno por lo engorroso de movilizarnos con la silla. Los tours que ofrecían a $50, nosotros los hicimos sin guía, ya que todos discurrían en las adyacencias de los puertos. Hay varios servicios de bebida y comida que están abiertos las 24 horas. La máquina de helado es la más popular de todas, hordas de niños y no tan niños deambulan por el barco con el síndrome de la «lengua fría». Hasta en las filas del desembarco iban y volvían reponiendo la ración hasta que la razón se impusiera. A las personas que beben mucho refresco, le es rentable la oferta para consumos de gaseosas sin límite.
En nuestro caso particular como pareja, disfrutamos de cada pequeño momento. La oportunidad de estar solos, desconectados, festejando la vida nos retroalimentó, nos dio la fuerza, el aliento y sosiego para seguir enfocados en la lucha. Los objetivos son comunes, la estrategia es muy clara, hacemos todo lo que está en nuestras manos hacer, lo demás esta en manos… de Dios.
Como decimos siempre: «Una imagen vale más que mil palabras»…Y ver vuestras caras de felicidad y la ilusión con que nos has relatado este maravilloso viaje, lo dice todo.
Gracias por este estupendo relato y nos hacernos partícipes en cierta manera de vuestro viaje…Gracias también por esas hermosas fotos, por darnos una lección a todos de fortaleza y de lucha. Os quiero.