Encontrando tesoros escondidos… las + de 101 plántulas de Caobas

En varias oportunidades he visto trabajos ó experimentos, para optimizar la visibilidad de los niños pequeños en las áreas que frecuentan (escuelas, parques infantiles, clubes, plazas, etc). Poniéndose a su altura, los profesionales evaluaban los obstáculos visuales y físicos, sugiriendo los cambios: podar setos, rehubicar carteles, bajar papeleras, etc. Con los cambios se mejoraba la circulación, seguridad, participación e independencia de los pequeños. Los que utilizamos silla de ruedas, vemos a una altura y tenemos un «punto de vista» como un niño entre 8 y 11 años. Vivimos en carne propia las barreras visuales, yo en particular he tratado de adaptarme a esta nueva condición. He descubierto un mundo y detalles que a los grandes a los adultos, se le hacen esquivos.

esquema-caoboUno de mis últimos hallazgos fue un verdadero «tesoro escondido», a pocos metros del piso. Sobre un lecho de hojas secas, mimetizadas con su entorno, entre sol y sombra, crecían más de cien arbolitos (plántulas) de Caoba (Swietenia macrophylla). Conozco algunas variedades de árboles, aprendí a reconocer la Caoba por sus frutos y semillas. Sembrada en muchas urbanizaciones de Caracas, pasa desapercibida, inadvertida como en mi conjunto residencial. Sembrados hace más de treinta años, apenas ahora son reconocidos y se les da el mérito y valor que merecen.

Contento como un niño, documenté las plántulas fotografiándolas con el teléfono celular (móvil), también fotografié a las madres (Caobas), seguidamente calculé su número. Por un mensaje privado de FB le envié las fotos a Daniella D. comentándole, son más de 50 maticas (exagerando un poco  y nublado por la emoción). Pensé en Daniella D. (recientemente la reencontré después de muchos años sin verla) porque conozco su pasión e iniciativas en pro de la naturaleza, ella era la indicada. Alejada de Caracas, pensó que el destino ideal para las Caobas era como reforestación en el P.N. Waraira Repano (Avila). Daniella me sugirió que contactara a Manuel Patón, administrador de la página de Facebook Avila en Flor, así lo hice y juntos emprendimos un hermoso proyecto. Simultáneamente le comuniqué del hallazgo y planes a la Junta de Condominio, ellos en una mezcla de de sorpresa, orgullo y satisfacción dieron su respaldo, «qué hace falta?» me dijo Rafael, «nada, ellos se encargan de todo», me atreví a afirmar…

CaobosBB

Pasaron varias semanas para concretar el traslado de las plantas al lugar adecuado, asegurando su crecimiento y supervivencia. Al fin llegó el día, «ya salimos, tienes un pico? el mío no lo encuentro», me escribió Daniella. «No creo que haga falta, pero algo conseguiré», le respondí. Daniella apareció con su alegría y energía contagiantes, en su camioneta tenía todo lo necesario para extraer las plántulas. La acompañaba su ayudante inseparable Mila (su hija de tres años), ella decidió quedarse jugando con el volante, sin embargo al ver a Nikita rápidamente cambió de planes y se bajó mirando fijamente a mi y a la silla, pero sin decir palabra. Tomando la iniciativa, Daniella comenzó a sacar las plantitas fácilmente con las manos, a veces se ayudaba con una cuchara de jardinería. Las primeras extraídas, las organizó agrupándolas en filas en un tobo (balde) con agua. Aprendiendo rápidamente el procedimiento, Mila recibía en sus manitos cuatro o cinco matitas y delicadamente las colocaba en su camita transitoria.

PrimerosPasos

Manuel y Godofredo llegaron con más implementos y una gran ponchera. Después de saludarnos Manuel no dejaba de sonreír y ver maravillado la cantidad asombrosa de semillas de Caoba que germinaron. Hasta que dijo «en la naturaleza sería muy difícil que esto ocurriera y que todas tuvieran la oportunidad de desarrollarse completamente, sería casi imposible». Godofedro enseguida se puso a recolectar las plántulas y con frecuencia llamaba a Mila para entregarle seis o más Caobitas. Todos disfrutábamos de las ocurrencias de Mila mientras Manuel velando por la seguridad de las Caobas, mantenía una larga conversación para asegurar su traslado y replantación en bolsas en el vivero ubicado en Pajaritos. Por un momento le pedí a Mila que me acompañara diciéndole «pídele a mami permiso, vamos a revisar si cayó algún mango». Como una ardilla me acompaño y me recomendó proteger mi cabeza porque «los mangos, pegan duro». No había ningún mango, aprovechamos para charlar, ella al mismo tiempo que hablaba daba brincos, todo un logro. 

Plantas ViveroLa actividad atrajo la curiosidad de Edward, un joven carpintero que ha realizado trabajos de calidad a varios vecinos. Con asombro comentó, «tantos años en mi profesión, trabajando con esa madera y no conocía el árbol de Caoba». Él se fue contento con un «cotillón» de varios arbolitos que le entregó Daniella, incluyendo una serie de recomendaciones para asegurar su supervivencia. También nos acompaño la Sra Rosa, conserje de mi edificio desde que llegó el primer propietario a habitarlo. Rosa también confesó que aunque los recordaba desde pequeños, desconocía que eran Caobas. Quedó tiempo para un rápido reconocimiento y Daniella con satisfacción veía a futuros donantes de semillas y ojalá que de plántulas. Destacaban entre ellos un enorme y robusto Pilón y la siempre hermosa Rosa de Montaña. Estaban ya listos para partir, yo a pocos metros le pedí un beso a Mila, ella frenó en seco, giró sobre su piecito, depositó un beso en su pequeña palma y soplando me lo lanzó. Mi alegría no tenía tamaño.

Nos despedimos agradeciéndonos mutuamente, a ellos todavía les quedaba trabajo por hacer. En el vivero de Pajaritos los esperaba el Sr. Ignacio con las bolsas preparadas con tierra y un pequeño orificio para la plantación. Trabajaron sincronizados en equipo y cuando terminaron Manuel comentó, «hay como cincuenta plántulas», a lo Ignacio respondió, «hay más de cien, tenemos  bolsas y tierra para más de tresmil». Daniella le entregó a Ignacio varias semillas de «Pilón» que recogió, él dio unos pasos y las tiró en una hojarasca cercana «es la mejor manera para que las  semillas germinen» les dice. Daniella tomó la foto de las plantulitas en bolsas ya sin luz, se despidieron contentos y satisfechos, todos tenían ganas de llegar a sus casas a cenar y a descansar.

La naturaleza nos ayudó a culminar este hermoso acto, dejando caer una suave y constante lluvia sobre el Valle de Caracas. Espero repetir iniciativas como esta y compartir con gente tan especial. Gracias a todos los involucrados por ayudar a concretar este proyecto, de  manera muy especial a mi pequeña amiga Mila.

7 pensamientos en “Encontrando tesoros escondidos… las + de 101 plántulas de Caobas

  1. Gracias José, por tan detallada descripción de la actividad, y por tan amables calificativos para todos. Sin duda sera fuente de motivación para muchos, al igual que lo es para los que tuvimos la suerte de estar allí. Con aportes como el tuyo es que lograremos nuestra primera y mas inmediata meta que es tener la primera de las terrazas del vivero activas, Aproximadamente unas 6.000 maticas que estarán listas para ser plantadas, Dios mediante, en algo más de un año en nuestro Avila.

    • Manuel, para mí ha sido una experiencia super enriquecedora y sabiendo de su gran proyecto, nos espera una gran tarea muy motivante. Voy a experimentar con varias semillas de Pilón, ojalá prosperen. Un abrazo y muchísimas gracias.

  2. Gracias por tu mención……Fue una tarde de bien, terminamos sembrandolas de noche con solo el tacto, y al llegar a la casa, empezo a llover ……………le mande este mensaje a Daniela y Manuel, y aunque tarde era para ti también:

    Si fuera una planta y me llevaran a vivir a otro lugar me gustaria que me recibieran con lluvia.

    Gracias por tu lluvia Jose……hasta la vista (ojala tuviera la tuya)

    Godo

    • La verdad sea dicha Godo, las «caobitas» mejor trato no podrían tener. La lluvia como tú dices, fue la guinda del pastel, mejor sería pecado. Por lo que puedo contemplar a diario, es un regalo del cual doy gracias a Dios siempre que recuerdo. Seguro que nos volveremos a ver, un abrazo,.. gracias.

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