Solamente el hecho de llegar a Placivel desde La Victoria, es un regalo a los sentidos: la luz, las sombras, el color, la siluetas del gran horizonte de lomas y montañas se van presentando o descubrimos a medida que ascendemos. La vía en zigzag juega con nosotros, escondiendo y descubriendo el paisaje lejano. Se distinguen varias carreteras de tierra, caseríos, plantaciones, me recordaban buenas experiencias, largas y amenas conversas. Hace unos años recavando información para el Eco Jarillo, recorrimos en vehículos 4X4 todas estas y otras vías, laberintos que poco a poco desciframos, hasta encadenar rutas. Recorrimos lugares recónditos de los estados Miranda, Aragua, Carabobo y Vargas. Conocimos increíbles rincones, historias con personajes de novela latinoaméricana, algunos de ellos aislados del mundo por días, otros por semanas o meses.
Al llegar a Placivel tarde un poco en salir del carro. Observaba a Agata y al grupo de seis jóvenes ansiosos de aventura, conocieron y charlaban con el monitor-piloto de parapente. Como todo un experto, analizaba el lenguaje corporal, las caras, aunque usen lentes de sol. Había mucha energía reprimida, contenida, ansiedad, vacío aunque pisaban tierra firme. Mientras las niñas sacaban la silla de la maleta, Agata se acercó a hablarme. Abriéndome la puerta me dice «… no pinta bien, el viento es totalmente inestable, cambia constantemente de dirección o de intensidad, tenemos que esperar». «Si papi, tenemos que esperar», dicen las niñas en un popurrit de voces. Me parece bien, es lo mejor que podemos hacer, les dije. Las caras eran un poema, «vean bien el cielo, como vuelan los zamuros, las rapaces»… «papi, no hay zamuros», entonces… ahora no se vuela.
Haciendo tiempo, todos los involucrados en el vuelo se dirigieron al despegadero. En la cabeza del catorcepíes humano estaba nuestro piloto, él los guiaba hasta la otra cara de la loma. Yo, en el borde de la terraza, veía alejarse, haciendo míos sus pasos, confirmando que nadie camina igual y menos en la montaña. Reconocí el entorno, veía poco movimiento de aves, los ansiados colibríes no aparecieron. De unos arbustos sonaban los reclamos de pichones, tal vez en el nido todavía. Solitarios Correporsuelo, (Rufous-collared Sparrow, Zonotrichia capensis), llamados erróneamente «gorriones americanos», buscaban alimento. Sin prisa, dando cortos brincos, recorrían el lugar donde no encontrarían semillas, pero si algún resto de galleta o torta casera, eventualmente se paraban en una rama a tomar baños de sol, que con la brisa fresca era de lo más agradable. Fue a última hora de la tarde que vino a posar para mí, me espero con una paciencia, que le agradecí.
Duraron un buen rato en el reconocimiento del área de despegue, conociéndolas era de suponer, charlando, payaseando, fotos van, fotos vienen, etc. Las condiciones seguían inestables, así que para hacer tiempo decidimos ir a comer alguito (☞ Adiós a Julio… conociendo a Victoria).
Nuevamente en la «Zona de Parapentes» Placivel , la inestabilidad persistía, después de esperar observando, el piloto decidió ir a esperar al despegadero. Si se abría una ventana de estabilidad, él volaría llevando a Natalia en tándem. La espera se había hecho muy larga y estaba perdiendo su dulzura. El piloto prepara el parapente, presentándolo el piso, en un ritual que ha repetido tal vez miles de veces. Mentalmente el piloto chequea cada detalle, un breve momento sin charlas, bromas o posibles distracciones. Evitar el exceso de confianza, es lo que hace seguros los procesos repetitivos. Después de una corta inducción a Natalia, se preparan, el dúo coordinó los primeros pasos hasta levantar el ala y siguieron cual coreografía con una corta carrera, hasta separar los pies de la tierra. Natalia esta en el aire, están volando, buscan sin éxito corrientes termales que prolonguen su vuelo. Los largos zigzags se reducen, el ala no los sustenta y el piloto se enfila a la zona de aterrizaje. Al ver esto Agata bajó a buscarlos, venía del despegadero y pasó frente a mí con la respiración entrecortada. Mientras tanto regresaban en fila india Eu, Irene, Andrea, Camila y Francisco escoltando a las niñas.
No estaban felices, pero si conscientes de que la decisión era la correcta, la naturaleza se hizo sentir y dictó las pautas. Agata regresó al rato con los compañeros de tándem, todos y casi al tiempo rodearon a Natalia. Las preguntas de rigor, Natalia las respondía con emoción, gesticulaba y a la vez sus grandes ojos aumentaban su elocuente relato. Poco más de escasos cuatro minutos de vuelo y la experiencia para Natalia fue inolvidable, sin aviso abrazó a Agata y le estampó un sentido beso.
Corta despedida del piloto, con la promesa de coordinar fechas, para realizar los vuelos que ya estaban pagados. Adicionalmente y muy importante, cumplir con la logística contratada o prometida, número de pilotos y personal con vehículo adecuado para traslados aterrizaje-despeje. El vuelo de Natalia no contó y podrá volar nuevamente. Espero que cuando regresemos a Placivel, la naturaleza nos permita realizar vuelos largos. Si las condiciones permiten usar la zona cercana para despegar, con ayuda me animaré a volar, ya que lo tengo como materia pendiente. El regreso a Caracas lo hicimos vía La Victoria, la luz era otra, el interés por la naturaleza fue sustituido por la búsqueda de señal telefónica. Una alta cuota de sacrificio para las chicas, casi un día sin señal telefónica. De repente los más diversos sonidos de mensajes, llamadas perdidas, BBM, Whats App, etc.
Todos coincidimos en nuestras apreciaciones, pasamos un día muy rico, nos encantó vernos y compartir, fuimos una gran familia, tenemos muchos sobrinos y sobrinas sobre todo, familia que no te la da el parentesco, sino la vida. Hoy no pudimos volar, pero mañana… si.
Para no hacer este post demasiado largo, hay una tercera y última entrega de la trilogía. Todavía no tiene titulo, la parte visual ya esta lista. Fui testigo de una conducta similar a la del pájaro Cuco (☞ El Rey del Engaño, el Usurpador, el Insaciable… el Cuco) y afortunadamente logré documentar la experiencia, continuará…
Créditos fotográficos: Agata Cafarelli, Natalia Rodriguez y Camila Dopico.
Pepe, recuerdo clarito ese Eco-Jarillo, en la primera etapa de bici apenas comenzando a subir de Puerto Cruz se dañó mi bici y comencé a empujar mentalizado de que sería un laaaargo camino…cuando de pronto cayó el palo de agua durísimo y constante hasta el día siguiente, así que mi gran desventaja se había convertido en una oportunidad, ya estábamos mentalizados en caminar hasta la colonia así que pudimos caminar como locos para arriba sin que la lluvia nos desanimara hasta poder conectar con equipos que ni pensábamos estar con ellos!!!!.Te relato esto, porque al llegar arriba en la salida del parque hacia la carretera de la Colonia estabas tu en un vehículo 4×4 con una lona haciendo una especie de carpa. Nosotros no éramos favoritos, ni teníamos mucha experiencia…Pero tu nos dijiste: Muy bien yo sabia que estarían aquí, voy a ustedes!! Yo me quede frío, no me esperaba ese comentario! pero creo que llegó en el momento justo ya que nos dio ese empujón de confianza para seguir el resto de la carrera persiguiendo de cerca a nuestros ídolos de carreras de aventura. Creo que nunca había tenido la oportunidad de agradecerte ese gesto.
Con esas carreras, paseos en bici, carreras a pie etc. Adopte al Jarillo como un lugar especial, sinónimo de alegría y libertad, tanto así que Ligi y yo nos casamos en su iglesia!!
Gracias Ro por mantener esos momentos tan latentes, me complace como no te imaginas, que mi pequeño aporte lo valores como comentas. Uds son parte de las ganancias de mi vida, por alguna razón coincidimos, en ese lugar apartado, una fría, lluviosa y oscura noche de un Eco Jarillo. Un gran abrazo.
La verdad fue un día exquisito, solo te faltó tu rodillita de cochino…jeje
Siempre hay que dejar algo pendiente por hacer, así tenemos una razón (excusa) para regresar. ☾☆ ❀❀❀
Un día completo y una experiencia inolvidable…Estaba deseando leer el relato sobre el vuelo y ha sido fantástico, lo has narrado tan bien y con tanto detalle que nos has permitido disfrutar a todos. ¡Gracias, Pepe!
Y ya sabes, para la próxima, que no falta esa rodillita de cochino je, je…
Muchos besos para todos.
Volar al parecer es lo único que el humano no puede hacer por si solo, pero si con la ayuda de otros. Eso nos demuestra que en la unión esta la fuerza y esa unión que tenemos los Dopico Cafarelli y amigos cercanos es uno de los tesoros mas grandes que me ha dado la vida. Como desearía ser un ave para volar todos los dias a tu ventana y posar para tus hermosas fotografías… ¡Es un regalo del cielo que seas mi padre! Estaré eternamente agradecida por todas la experiencias que hemos podido compartir y por ese amor incondicional que nos das todos los dias. Cada vez que veas un pajarito en tu venta estaré ahí con en corazón. ¡Te amo muchísimo, gracias por todo papá!
Mi peque, leí tu comentario en el BB antes de desayunar, te conectaste de una manera conmigo, que se me asomaron las lágrimas y unas cuantas salieron, para nunca mas volver. Sabes que para mi eso es inusual, pero la alegría y sensibilidad por tus palabras, propiciaron el raro acontecimiento. Estás y estarás presente en cada imagen hermosa que capte y en la alegría de mis días. Te amo…
Después de leer vuestras palabras tan hermosas casi lloro yo de la emoción… de verdad que los Dopico Cafarelli sois una familia maravillosa y llena de amor y buenos sentimientos, doy fe de ello. Os quiero mucho a todos. Un beso.
Si seguimos en esto, voy a terminar llorando de verdad, mejor lo dejamos hasta aquí. Cariños.