Mi amor cumpliría los cincuenta, un mes antes me dijo que lo quería pasar «tipo tranquilo, sin agites». Faltando una semana, sintiendo tal vez la necesidad de compartir con amigos, quiso hacer una pequeña reunión, «sencilla y sin complicaciones».

Tomada la decisión, en menos de lo que canta un gallo, madre e hijas tenían todo organizado: menú, postres, tragos, decoración, etc. En una semana, bien sincronizadas poco a poco prepararon todo. Andrea fue la que asumió las mayores responsabilidades y adicionalmente hizo los postres y la torta.

El sábado en la mañana, las niñas nos sorprendieron con un rico desayuno, servido en mesa con mantel y hermosas flores, que disfrutamos con Ary (mi cuñada preferida). El plan era salir los cuatro a comprar las flores de la «reu» y asi lo hicimos, disfutando de una ciudad sin tráfico. No me bajé del carro, pero desde la ventana seguía la compra y «escaneaba» las lejanas bromelias, «pregunta cuanto cuesta aquella floreada», le digo a Agata. Era una bromelia sana, con hermosa y duradera flor, buen precio, pero no es el momento, volveremos.

Antes de la hora pautada, todo estaba listo, con un ambiente acogedor, cálido, colorido, sencillo y hermoso. Camila se encargó de los arreglos de flores naturales y otras de papel que ella misma confeccionó, todo al gusto de la cumpleañera. Entre risas y abrazos llegaron los primeros invitados, Ary cámara en mano los interceptó, poses, apurruños, foto…, otra foto. Así lo hizo con todos los invitados, documentando, disfrutando, en ocasiones también posó y fue fotografiada.

Había amigos de Agata de su colegio, el colegio de las  niñas, la Universidad, el Nado Sincronizado, de la vida. Algunos con sus hijos, que consideramos como propios, así como nuestras hijas son consideradas. Los grupos aunque inicialmente se ubicaron por afinidad, también fueron permeables y compartieron mucho entre si. Agata irradiaba alegría, contagiando y arrancando risas adonde iba, todos compartimos y disfrutamos su felicidad.

La torta hecha por Andrea llamó la atención, además de bonita estaba bien rica. Después de cantar el cumple y picar la torta, en una de relax se pusieron a jugar dominó, partidas mixtas, la pareja que pierde se para y le sirve los tragos a los ganadores. Mientras tanto las anfitrionas recogieron todo rápidamente y con la colaboración espontánea de algunas invitadas, las mesas y áreas de comida quedaron impecables. Poco a poco comenzaron las despedidas, entre abrazos, besos y algunas lágrimas de felicidad,… promesas de reencuentros.

Mi amor cumplió cincuenta años, a mi lado en la cama y agarrando mi mano, se duerme con una sonrisa, cansada, satisfecha, feliz.