Diario de un colibrí: “Un día a la vez, día #04 de …”

Caracas, viernes 1 de Noviembre de 2013 (día #04):
Hoy el pequeño amaneció de buen ánimo, su comida se le colocó a los otros colibríes habitués y él va a conocer un comedero más grande. En la operación de liberación ocurrió un pequeño incidente que el pequeño pagó con varias plumas de la cola. No estaba presente para opinar pero ya el daño está hecho, lo que puedo hacer para ayudarle es darle vitaminas para la muda (existen para la cría de canarios). Él no está afectado y ha volado constantemente al comedero alimentándose muy bien; aunque parece una nueva especie de colibrí tal vez «Amazilia tijereta».

El pequeño ha gozado la libertad durante todo el día, alimentándose rápidamente de otro comedero que no era el suyo. Hacía pequeños giros para alimentarse y al posarse ya no lo hacía frontalmente sino que maniobraba para quedar viendo de frente el comedero y no viendo hacia el rincón. Aceptó la presencia humana pero sin sorpresas, todo a su alrededor hay que hacerlo sutilmente. Ya está más fuerte y su mecanismo de defensa se activó, sus respuestas son rápidas y se mantiene durante un buen rato volando alto. Es muy probable que ya no lo regresemos a la jaula, porque sus reacciones pueden hacer que el mismo se maltrate.

Como todos los viernes vino a casa mi fisioterapeuta (Gillianna), esta vez comenzamos más tarde que de costumbre. Yo tenía dudas si el pequeño se mantendría calmado mientras me realizaran la fisioterapia en el balcón. Por precaución aparté el banco de jardín, hasta tocar la pared, esto nos daba un margen aproximado de 1,5 mts del pequeño. Gillianna cada vez que se movía o me movía lo hacia sumamente despacio, sin mirarlo. En ocasiones el pequeño voló a comer y regresaba a su posadero. La fisioterapia terminó prácticamente de noche, ya ni había actividad en el comedero ubicado en el exterior, pero el pequeño se mantenía pendiente por nuestra presencia.

Terminada la fisioterapia llegó la hora de despedirse, Gillianna y yo estábamos en la sala cuando llegó Ary mi cuñada, enseguida se presentaron saludándose; al mismo tiempo se acercaron mi hija la pequeña y su novio. El pequeño se puso intranquilo, volando a ras del techo por primera vez llega a la sala y pasando por encima del grupo amenazó con meterse en la iluminación que bordea la sala. Después de volar por más de dos minutos regresó al balcón y luego de varios vuelos erráticos se posó en un cable para iluminación que está expuesto sin estar conectado. Mí cuñada me ayudó en algunas maniobras para bajarlo de allí, pero todas fallaron; sin embargo observé que adoptó una posición cómoda y podría pasar la noche allí. Con esa intención lo dejamos tranquilo y no lo molestamos mas, para documentar el hecho hice la fotografía respectiva. Unas pequeñas oraciones no le hacen mal a nadie, mañana amanecerá y… veremos.

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Un pensamiento en “Diario de un colibrí: “Un día a la vez, día #04 de …”

  1. ¡Qué energía tiene ya el pequeñín y qué rápido se ha recuperado! Se ve que todos tus cuidados y cariño lo han fortalecido mucho. En la foto parece que encontró el sitio idóneo para pasar la noche…ojalá que se haya sentido cómodo.
    Voy a leer el próximo relato…¡Gracias, Pepe; el nuevo miembro de la familia se siente muy feliz con todos vosotros!
    Un abrazo.

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