Caracas, martes 5 de Noviembre de 2013 (día #08) ⚽
Desde muy temprano, antes del amanecer se oye el canto de las diferentes especies de aves, reconozco algunos, seguro que los demás los iré conociendo con el tiempo. Los colibríes incluyéndome tardamos un poco más en levantarnos y si recibimos poquito de sol que nos caliente para nosotros es la gloria, un pedacito de cielo.
Por varias veces me desayuné en el comedero grande, afuera las reinitas y varios de mi especie buscaban desesperados comida en el sitio habitual y desde ayer al final de la tarde no hay nada. Lo que dicen no lo puedo repetir, por lo visto van a comer a dos comederos que hay en otras jardineras del edificio. Por mi futuro espero que José arregle esta situación, si sigo comiendo así me voy a poner como una bola y allá afuera no me van a querer. «Hablando del Rey de Roma por la puerta se asoma», lo primero que hace José todas las mañanas antes de desayunar es venir a saludarme, no se que me ve pero se fija en el menor de mis movimientos. Uf! me salvé, le dijo a Alcira que sacara el comedero grande y que a mí me pusiera el pequeño.
Sigue inventando, me cambió de lugar el comedero y en su lugar puso otra Phalaenopsis que está a punto de florear, Agata cuando la vio puso una sonrisa de las que pone cuando me ve y me habla. La ubicación del comedero me obliga a planear el vuelo, el acercamiento y el regreso. En ocasiones ya vuelo por placer, para cambiar de lugar, ver la actividad afuera, etc a la sala vuelo cuando nadie me ve, porque se asustan y yo también me asusto y no se que hacer.
Extrañamente José no me sacó fotos todavía, seguro está escribiendo, le encanta escribir en el computador, cuando estaba en la jaula me puso cerquita de él y a cada momento se volteaba a verme comer, volar, etc. Hay movimiento, en la cocina José dice «va a comenzar el Juventus vs. Real Madrid», como decía mí papá «lo perdimos». No se que tengo pero José en vez de ver su partido tranquilo, a cada rato se voltea para verme. Creo que empataron, pero yo ya me ubiqué entre las flores de la Phalaenopsis blanca, por casualidad descubrí que allí no recibo la primera claridad de la mañana y además evito las luces de la sala y la cocina. Ya casi dormido me despierta una luz, que antojado! el José sacándome fotos con el flash, yo ni me inmuté, la última vez que reaccioné lo hice mal y dormí sobre un cable. José se me acercó despacio con el trípode montado en la silla de ruedas, me hice el loco y ni pestañeé, luz, luz, luz, buenas noches.
Todo volvió a la calma y enseguida me quedé dormido, oí una voz conocida pero creía que era parte de mi sueño recurrente (el día de mí rescate). Me terminé de despertar cuando oí el vozarrón inconfundible de Rolando, «increíble, ni se mueve, si no me lo dices ni me entero que está ahí». Que alegría! mi madrina Laura se acercó a saludarme, me hablo durante buen rato y tenía una sonrisa como la de Agata, yo quería volar y mostrarle lo fuerte que estaba pero no era el momento, será en otra ocasión. Los oí hablando de mí por un buen rato y poco a poco me dormí contento por ver de nuevo a mi madrina y a su esposo. Espero que la próxima vez me visiten de día y que nos podamos disfrutar más, es que a veces se les olvida que yo todavía soy un bebé.
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¡Qué bien escribes, Pepe, no me cansaré de repetirlo…! Me encanta ir leyendo tu relato y es cómo si pudiese estar ahí, disfrutando las hazañas del pequeño. ¡Gracias por compartirlo! Un abrazo enorme.