Diario de un colibrí: “Un día a la vez, día #11 de …”

Caracas, viernes 8 de Noviembre de 2013 (día #11)
Esta semana que finaliza el peque ha mostrado grandes avances, la vegetación que le puse cerca lo mantiene entretenido, le gusta volar cerca de la palmera, supongo que buscando algún pequeño insecto. En varias oportunidades ha emitido su corto chillido tan alto y seguido que he creído que otro colibrí entró por la ventana y no podía salir. Para cambiar de posición simplemente da un pequeño brinco y gira con gracia, antes necesitaba volar haciendo un gran circulo para volver a posarse en el mismo lugar.

Hoy recibimos la visita de mi cuñado y su esposa, debido al número de comensales usamos la mesa del comedor y no la de la cocina como hacemos a diario. El peque ni se inmutó, hasta parecía disfrutar las conversaciones y el bullicio. Gilliana vino temprano y no la oí llegar, pasó directo al balcón y se sentó en el banco, donde contemplaba impresionada la evolución del peque, «parece otro, que diferente y que pilas está». Como de costumbre recibí la fisioterapia en el balcón y el colibrí hasta se alimentó varias veces en el comedero cercano. «Se comió un bichito» me dice Gilliana, yo no dije palabra pero levanté las cejas y «pelé» los ojos. «Si, el bichito iba subiendo por el vidrio y pichi (así le dice ella) se acercó y se lo comió», que bueno así completa su dieta de proteínas, le comento, ellos comen pequeños insectos a veces tan pequeños que es difícil distinguirlos.

DSCN9041SDV

Pasé el final de la tarde acompañándolo, el comedero se lo puse a ras de la mesa (ver foto) y yo me coloqué al lado. Me aceptó y bajó a comer tranquilo pero cauteloso, antes de acercarse siempre hacia unos vuelos de estudio. Lo vi comiendo un pequeño insecto y también acercándose a uno con el mismo propósito, pero estaba por la parte de afuera del vidrio. Curiosamente el peque no intentó comerlo, se acercó, comprobó por un breve momento la situación y regresó al posadero.

Apenas comenzó a oscurecer el peque se posó entre las flores blancas de la Phalaenopsis, decidido a dormirse. Por lo menos quedaba aún media hora o cuarenta y cinco minutos de luz que quería aprovechar. Yo no estaba satisfecho con las imágenes logradas hasta ese momento, lo necesitaba activo y para llamar su atención golpeé con los nudillos la mesa de dominó. Entre las flores blancas él subía y bajaba la cabeza alargando su cuello, voló al posadero habitual y lo que faltaba era que se acercara a comer. Así lo hizo y varias veces, hice varios disparos y quedé satisfecho con las imágenes, así que dejé tranquilo a mi pequeño y colaborador modelo, «buen trabajo peque, que descanses». Mañana amanecerá y veremos, un día a la  vez …

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