Por ser domingo Agata aprovechó y durmió un poquito mas, descansando así de la exigente semana colegio-laboral, yo estaba despierto y con ganas de levantarme, pero inevitablemente tenía que esperarla para que me ayudara a hacerlo. Desde la horizontal monitoreaba los sonidos que venían del comedero, eventualmente sonaba el reclamo inconfundible de un bebé, tiene hambre ¿nos paramos? dice Agata, cuando quieras, le replico haciendo el amago de pararme solo.
Cuando Agata la destapó fue como ver a un bebe en su cuna, la cría nos miraba como pidiéndonos comida. Acercándole la jeringa Agata le dio su primer desayuno en su nueva casa y cuando dejó de comer le sugerí a Agata que fijara la jeringa en la misma posición que estaba. Con éxito comprobamos que el colibrí se alimentaba solito, un gran paso para su recuperación.
La jaulita estaba muy cerca del computador, apenas yo oía cualquier movimiento enseguida volteaba, no quería perderme su crecimiento. Con su pico repasaba todo su cuerpo, por momentos un ala, después la otra, un descansito, comía, se picoteaba el pecho como ayudando a las plumitas a salir.
Otro ritual eran los estiramientos, primero un ala, retorno a la posición inicial, después la otra, las dos juntas hacia atrás. Todos sus movimientos al principio rayaban en la torpeza, pero mejoraban velozmente y al final del día su coordinación creció y ella también.
Cuando entraba un poquito de brisa por la ventana ella batía sus alas, aferrada al palito parecía que su cuerpo se levantaba ligeramente, estiraba al máximo las paticas y eventualmente parecía caer de espaldas, obligada aumentaba el aleteo hasta recuperar la posición inicial.
Muchas veces al día recibía las visitas del Peque que la observaba siempre de su atalaya y de ATYV01. Este último entró como un cohete a la habitación maniobrando evitando a Agata. Entre ellos se han cruzado miradas, el Peque que pasó por esa experiencia sabe que esta en jaula por su bien, sin embargo ATYV01 tal vez dirá… lo que Uds piensan.
Que experiencia tan maravillosa.