El domingo fue un día de mucho movimiento en el comedero grande y aproveché para sacar algunas fotos. De repente vi al Peque en su posadero preferido y le dije, Peque hoy también te toca a ti. Le hice una serie de tomas y escogí estas en donde esta muy relajado, solo hasta que llegue algún alado al comedero. Aunque él le permita comer, se pone alerta, el plumaje se le pega al cuerpo y deja de ser la criatura tierna de las imágenes.
Cada vez que me tomaba un descanso pasaba por el balcón a ver al Peque Ruby, curiosamente en varias de las fotos que le tomé estaba tan alerta y estirado que parecía un adulto, aunque su plumaje lo delataba. (Fotógrafa Camila Dopico).
Los enfrentamientos y persecuciones entre colibríes son un verdadero derroche de plasticidad y belleza. Siempre hay uno que se va y otro que se queda en el comedero, alimentándose o corriendo a otro adversario. Los Mangos pechinegros son unos verdaderos gladiadores alados, sin armaduras ni artilugios, pura velocidad, estrategia y agresividad.
Al final de la tarde disfrutamos un buen rato con el Peque Ruby, Agata retó su golosa curiosidad, él aceptó el reto y disfrutó el mango como si fuera un helado de domingo en la tarde que le compró su mamá. (Fotografiados por Cornelius Smeelen)