Navegao (navegado), así le dicen en la Isla de Margarita (Venezuela) al visitante no oriundo; aunque lleve muchos años viviendo allí, siempre será un navegao. De nuestras últimas vacaciones (una semana) en Margarita escribiré varios posts, arropados en la serie «Cuentos de un navegao», aún no se cuantos serán, por eso en el primero especifico (1/?).
Usando la silla eléctrica (#ELA #ALS #MND) me movía a mi antojo por la urbanización, instalándome en varios lugares (sombreados) a observar aves. Los múltiples cantos me adelantaban la variedad de especies, verlas sería otro tema y fotografiarlas… ya Uds. imaginarán. Ya había pasado por ese mismo lugar en varias ocasiones, por alguna razón esta vez vi el nido. Aunque estaba a la altura de mis ojos (sentado), no era nada obvio y pasaba desapercibido. Su ubicación en una curva de la vía, hacía que los transeúntes se enfocaran en caminar a la vista de los conductores, sin ánimos de sorprender.
Lo que vi en varias oportunidades, fue una escena idéntica a la fotografiada por Agata, con la única diferencia que el ave era totalmente blanca y negra, cual cebra. Sabía que era una Pavita Hormiguera, pero no recordaba si había diferencias entre macho y hembra (dimorfismo sexual).
Una mañana intenté fotografiar el nido desde mi ventana de copiloto, lo que me resultó imposible. Agata aceptó esa misión y la cumplió a cabalidad, adicionalmente le pedí que chequeara si había huevos. Su cara brilló cuando descubrió que había dos, también fueron dos las imágenes para asegurar la toma.
Ante la dificultad que tenía para fotografiar a los alados, intenté hacer un video. Corrí riesgos y no obtuve lo que esperaba (*), pero hice el intento. Además de la hembra, aparece brevemente el macho asomado y edité el sonido para que apreciaran su llamado.
“Es muy probable que la pareja vuelva a anidar, no se si de inmediato. Estaré pendiente de oír su llamado y tal vez tenga la fortuna de ubicarlos, si anidan en el jardín. Será un nuevo comienzo, partiendo de cero”.
Busqué información del Thamnophilus doliatus y encontré la excelente imagen que comparto. Su autor es el brasileño Eduardo Brettas, pintor naturalista de amplia trayectoria e invaluable aporte. En ella podemos apreciar claramente el dimorfismo sexual, el macho con traje a rayas blanco y negro; la hembra de colores canela, amarillo, café…
Leyendo confirme que el Thamnophilus doliatus suele poner dos huevos y excepcionalmente tres. Anidan de uno a nueve metros de altura y son muy esquivos. Me considero muy afortunado por descubrir el nido, documentarlo y constatar que algunos machos colaboran a tal punto que también aportan el calor de padre empollando los huevos.
Agradecimientos: A Eduardo Brettas por su imagen, a mi esposa Agata por sus imágenes, infinito apoyo y amor a manos llenas; a mi amiga I.SS. por ser la causa de tantas cosas buenas que aprecio y valoro.
(*) Usando las herramientas adecuadas al editar el video, pude obtener los resultados que buscaba. Observarán con más detalle la hermosa pareja.
Unas vacaciones muy bien aprovechadas y documentadas porque las fotos que hizo Agata son preciosas, también el video y todas las imágenes.
¡Gracias, Pepe y Agata por dejarnos compartir vuestras vacaciones con este excelente post! Muchos besos para todos.
Todavía me pregunto por que lo llaman «pavita» cuando es el macho el blanco y negro. El grito áspero que se oye en el fondo es su grito de alarma, que contrasta notablemente con la dulce cascada de notas que suele ser su canto. Y digo suele porque el que oi en el video difiere del emitido por la pavita caraqueña. Lástima no hubiera pichones en el nido, ya que tienen el piar mas hermoso que conozco, apenas un suave murmullo
Comparto tu opinión Olmar, yo estaba cerca del nido y su llamado era de advertencia. Ahora hay dos parejas en los jardines de mi conjunto y sus llamados son una delicia. Son difíciles de captar (foto-video), pero ojalá pueda hacerlo y compartir con Uds. Gracias 🙂