Todo comenzó con una invitación (vía telefónica) de un gran amigo, un hermano, del que estuve separado mucho tiempo, por los indescifrables caminos de la vida y que mi enfermedad nos volvió a unir, a nosotros y a nuestras familias. «Tenemos que estrenar el horno a leña con un pernilcito. Se vienen a eso de las dos y pasamos una tarde tranquila, si hay que cargarte, te cargamos (10 escalones entre el estacionamiento y el área social) . Tú tranquilo papá, hay un chinchorrito porsia quieres descansar y DirecTV, te lo tengo!». Con esa presentación de Jorge C, la asisitencia era ya, una obligación. Para rematar, el portu me dice, ahh! y tienes que ver las orquídeas de Lucilia (su mamá), están full de sapatinhos«. Obviamente, mi asistencia era un hecho , pero pensaba en su comentario, este portu si inventa vainas, «sapatinhos»…, será que están floreando y ya, que orquídeas serán? La curiosidad me invadía, pero no pregunté nada al respecto.

Llegamos más tarde de lo planeado, pero fuimos. Pensamos encontrar un gentío como otras veces, sin embargo la reunión era super familiar. Subí poco a poco los escalones (acompañado y asistido), disfrutando las pausas, comentarios y sonrisas de gente querida. Al subirme a la silla (eléctrica) terminé de saludar a los pocos que me faltaban, su cariño  y solidaridad incondicional emergía con naturalidad. Enseguida Lucilia me escoltó para mostrarme sus «sapatinhos», cuando vi las orquídeas regadas por una hermosa luz, me quedé pasmado, tanto que ella y Mariela (su hija) disfrutaban viendo mi radiante expresión. Lucilia me explicó que se los habían traído de su querida Madeira y que ya le habían floreado en varias oportunidades. Enseguida pedí la cámara y documenté parte de los «sapatinhos» y algunas de las calas (Anthurium) que Lucilia adora.

Entre charla, tragos (yo no) y risas fuimos comiendo el insuperable pernil, contornos y guarniciones. Ya en la sobremesa y mientras Jorge veía el final del partido Milán vs (?), yo volví a extasiarme con las formas, colores y texturas de las orquideas. Lucilia se me acercó y conversamos sobre los cuidados y preferencias de los «sapatinhos«. Cuando regresábamos a la mesa, la tomé suavemente del brazo y le dije casi en secreto: «cuando puedas, sin apuro me das un hijo de sapatinho«, ella asintió sin decir palabra y eso me alegró muchísimo, algún día no muy lejano, pensé, tendré un «sapatinho».

Ya próximos a irnos y con casi todo recogido, Lucilia me hace una seña para que me separe de la mesa y la siga. De nuevo estábamos frente a las orquídeas y ella tomando un porrón con una hermosa flor me dice, «éste es para tí José». No me lo esperaba, mi emoción fue mayúscula y la abracé con cariño. Jorge me decía asombrado, mi hermano… para que Lucilia regale una de sus matas… y gesticuló moviendo los brazos. Mariela se perdió mi cara de niño feliz y le dijo «por qué no me avisaste? Yo quería verle la carita de felicidad… De regreso a casa, sabía que no me acostaría sin googlear y saber mas de los «sapatinhos«.

Cuando Lucilia me comentó que en Madeira, de donde es oriunda, hay muchos y de diferentes colores, yo pensé que era una especie endémica de la isla portuguesa. Al llegar a casa enseguida averigüe todo sobre los «sapatinhos» (Paphiopedilum spp.) también conocido como Paphiopedilum, Zapatilla de dama, Zapatito de Venus, Sandalia de Venus, Pafiopedilo, Zapatillas de mujer. Supe que aunque hay muchos y se dan muy bien en Madeira ellos se  distribuyen por el Sureste del Asia tropical desde Myanmar y China hacia el Sur por Papúa Nueva Guinea, Filipinas e islas del Océano Pacífico. El nombre Paphiopedilum (Paph.), procede del griego «Paphia», de «Paphos», epíteto de «Venus» y «pedilon» = «sandalia» ó «zapatilla» aludiendo a la forma del labelo como una zapatilla. Paphiopedilum es un género de unas 60 a 70 especies monopodiales terrestres. Sigue… http://fichas.infojardin.com

Mi memoria es muy buena, si se trata de imágenes, sabía que había visto esas orquídeas en alguna exposición. Revisando encontré la foto que buscaba, era de la Exposición de Orquídeas en el Museo del Transporte de Caracas-Venezuela efectuada en Marzo del 2012.

Como pueden constatar, los «sapatinhos» de Lucilia destacarían en cualquier exposición y yo soy una persona muy afortunada, al recibir de ella la custodia y responsabilidad, de darles a esas orquídeas tan especiales, condiciones y cuidados adecuados para seguir disfrutando de su floración. Y para mi, siempre serán, «los sapatinhos de Lucilia»…