Nuestra protagonista del día doce del Calendario, arribando al ecuador del Adviento es una orquídea venezolana, la Cattleya lueddemanniana. A medida que averiguaba cosas de ella se ganaba mi simpatía y corazón, espero que también el de Uds. Su floración comienza a mediados de Diciembre finalizando en Febrero. Se distribuye en un hábitat a lo largo de la Cordillera de la Costa (vertiente norte) y al Norte de Venezuela; desde el nivel del mar hasta los 900 msnm.
Escolta cual concurso de belleza como primera finalista a la Cattleya mossiae, la flor nacional de Venezuela; curiosamente comparten el mismo hábitat. Aunque la C. mossiae habita cotas más altas entre los 1000 y 1400 msnm logran crear entre ellas un híbrido natural, la Cattleya x gravesiana. Para muchos conocedores su principal virtud es la forma, teniendo una de las mejores flores en forma de todo el género Cattleya. «Tiene un gran número de clones oscuros, incluyendo algunos donde el color tiene un brillo casi iridiscente que es única para la especie de Cattleya». «Respecto a su reproducción, a diferencia de muchas orquídeas que usan diversos mecanismos de atracción sin recompensa de néctar, la Cattleya lueddemanniana si recompensa con néctar a los potenciales polinizadores». Su belleza y alta demanda la han colocado en la difícil situación de ser una especie en peligro de extinción.
Como si fuera huérfana e indefensa nunca le prestaron mucha atención y aunque ya había sido registrada en 1.868 y descrita como Cattleya lueddemanniana, años después fue registrada como dos especies más y de los tres nombres el original era el menos usado. Al fin para solventar la situación su descubridor Reichenbach dijo en 1880 «Bueno, esta catteya tuvo tres nombres que merecía, ya que vale por tres».
Gracias a Isidro Nando Pestana (@Tibunando) por su apoyo y por las excelentes fotografías que comparte con nosotros.