Pensando en mi, Andrea planeó un día de paseo al The Fruit & Spice Park, lo que me tenía muy ilusionado. Ella averiguó todo lo importante vía internet, aún con handicap yo lo podría disfrutar a plenitud. Gracias a este objetivo, conocimos una zona diferente y cercana a Miami que nos gustó (a mí mucho más porque soy más montuno). Guiados por el GPS recorrimos el trayecto, a ambos lados de la vía había innumerables y enormes propiedades dedicadas a determinados productos o cultivos. A mi me llamaron la atención, los dedicados a las palmeras. Su especialización asombra, variadas especies, grandes inventarios de plantas y en diferentes etapas de desarrollo; además pueden incluir el transporte y la replantación. «Llegando al destino, por la izquierda» nos advertía el GPS con voz femenina y de acento ibérico (gracias Manola, le decía antes de apagarla).

A primera vista The Fruit & Spice Park nos causó buena impresión. Los accesos a sus instalaciones eran, por una escalera frontal y una rampa a la izquierda, a la sombra de un hermoso árbol, para mi todo aquello era un elocuente «bienvenido». Llegamos justo a tiempo para tomar el tour que estaba a pocos minutos de salir. Compartimos el vehículo eléctrico con varias personas, que gustosamente y por iniciativa propia se cambiaron de lugares, facilitándonos nuestra comunicación y el paseo. El guía era un joven cubano-americano, dominaba ampliamente las especies, país o zona de origen y algún dato adicional del fruto o del árbol «si Uds. plantan ahora este árbol, podrán comer los primeros frutos en… (pausa) 15 años» , las diversas exclamaciones del público cercano, eran los aplausos de su show itinerante. Ese discurso lo daba en inglés, si yo hacía un comentario de la parte que no entendía,  él  enseguida me aclaraba la duda en español (inglés subtitulado). Había muchas especies que conocíamos, ya que gran parte eran origen tropical, así tratábamos de completar la trivia de nuestro guía, «este árbol es…» «aguacate, mamón, guanábana, mango, níspero», etc. otros eran totalmente desconocidos para nosotros. Nos dio a probar algunas frutas entre ellas la parchita, también llamada maracuyá ó fruta de la pasión. Vimos especies vegetales con hojas o troncos con espinas, hurticantes, venenosas; con semillas que pueden ser transportadas por el viento a miles de Kms, todo esto con un único propósito: adaptarse para sobrevivir.

Estaba preparado para ver casi cualquier cosa sin sorprenderme, pero…. Baobabs mayameros, que pasada!. Recordé «El principito» de Antoine de Saint-Exupéry: …«Le hice notar al principito que los baobabs no son arbustos sino árboles grandes como iglesias y que aunque se llevara toda una manada de elefantes, la manada no acabaría ni con un solo baobab»…». Conocí un planeta habitado por un perezoso. Había ignorado tres arbustos…»Y con las indicaciones del principito, dibujé el planeta en cuestión» Así descubrí al titánico árbol, el que puede vivir cientos de años y alcanzar gigantescas dimensiones  con formas propias de ciencia ficción.

Los baobabs que contemplamos no tenían ni una sola hoja, lo que si tenían era muchísimos «tatuajes» de gente, perdón individuos (agregen uds. el adjetivo), «florecen de noche» le dije al guía, sin lograr captar su atención. «Si se agarran de las manos, hacen falta hasta diez personas para completar su diámetro», (silencio y pausa) «da suerte», continúo el silencio y nadie se animó a bajarse. Llevábamos más de una hora recibiendo variada y constante información y la motivación ya era menor, yo me hubiera bajado con gusto a tocar los baobabs. Pero pensando en lo complicado que seria, me conformé con el regalo de verlos. Pedí que tomaran fotografías, pero sin una referencia (adecuada) no es posible captar el tamaño de los árboles.

Super feliz, contento por la experiencia oí los últimos relatos del guía, antes de llegar al amurallado jardín de especies (protección para el viento). Esta fue la parte del paseo que estuvo por debajo de mis expectativas. Al ser el final del tour el guía se limitó a describir tres o cuatro especies, nos ofreció unas flores comestibles que tenían un toque picante y seguidamente «gracias por visitarnos,…». Para mayor disfrute de esta zona, sería muy positivo que pusieran carteles descriptivos con el nombre de la especie, origen, distribución, uso, etc. Creo que el área de especies tiene mucho potencial y está sub-utilizada. Pensaba regresar con algunas semillas de especies que llamaran mi atención, pero en la tienda no tenían ninguna en existencia (si otras semillas).

En la zona de oficinas degustamos varias frutos exóticos, las frutas ofrecidas varían según la época del año. Es de destacar la floración del árbol que está en la entrada del parque, en cada época del año seguro hay algo que llamará nuestra atención. De regreso a la zona urbana seguí disfrutando del entorno, estaba muy satisfecho por poder compartir una bonita experiencia en familia. «Gracias Andrea», «de nada papi, ya me lo dijiste», en mi cabeza persistían las imágenes, de los baobabs mayameros.